lunes, 2 de febrero de 2009

Persecución homosexual, homofobia en estado puro


Según definición extraída de diccionario la homosexualidad, entendida como tal, es la: “Atracción sexual que siente una persona por personas de su mismo sexo”. Algo tan sencillo como se desprende de esta definición extrapolándola a la realidad genera un complejo rechazo y problema que, en muchas ocasiones, provoca temor a cualquier individuo que se sienta identificado con ella a darse a conocer o a ponerlo de relieve en su vida social.

Este acoso por razón de orientación sexual, conocido coloquialmente como “homofobia”, no es nuevo. Ya en épocas pasadas cabe señalar que en nuestro país a la hora de actuar contra cualquier individuo de orientación homosexual se le aplicaba o bien la ley de vagos, maleantes y gentes de mal vivir y posteriormente, pasados unos años, la ley de peligrosidad y rehabilitación social, leyes ambas absurdas y francamente degradantes para la dignidad de cualquier ser humano en épocas menos razonables, en el cual se equiparaba un acto delictivo como es el proxenetismo con una orientación sexual libre.

No obstante esta persecución en los tiempos actuales, muy avanzados en derechos civiles a los anteriores descritos, se agrava en la adolescencia y en la etapa de los jóvenes de entre 14 y 25 años. Prueba de ello son las encuestas realizadas por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) en la que se puede observar, entre otras cosas, que el 47% de los jóvenes que se declara abiertamente homosexual o que tenga un matiz diferenciador de carácter orientativo-sexual ha sentido negativa la reacción de los padres cuando se dieron por enterados de su situación afectiva y en el caso de la violencia en el aula, por motivo de discriminación sexual, solo el 23% ha contado con la ayuda del equipo docente para afrontar diversas adversidades dentro de los recintos educativos.

Como inciso cabe señalar que los varones son los que más padecen las agresiones intolerantes (el 65%) frente a las mujeres (el 42%).

Datos preocupantes que reflejan que la sociedad española pese haber cambiado de forma positiva y radicalmente en, relativamente, poco tiempo aun le queda mucho que madurar y que uno de los pilares en los que falla ese proceso de maduración es en los adolescentes.

Aun se pueden oír, que yo personalmente las oí alguna vez que otra, coletillas del estilo: “Deixao que é maricón” o “No te me acerques por detrás a ver si te crees que soy maricón”. Ésto que acabo de describir es tan real como la vida misma. O chistes de pésimo valor humorístico que lo único que generan en gente que no sepa distinguir los limites de lo cómico con la realidad hacen que se sigua contribuyendo, igual de forma involuntaria e indirecta, a perpetuar los ataques contra el colectivo homosexual en su conjunto.

Como último insistir al colectivo que estas situaciones se pueden cambiar para mejor lo único que hace falta es dejar de lado la heterogeneidad que nos puede separar e indagar en lo más profundo que nos une que es compartir una orientación sexual igual para hacer frente todos y todas a aquellas adversidades que nos encontremos en el camino.

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